Leía el otro día que desde el principio la tendencia hacia los microservicios estaba pensada para las aplicaciones stateless, es decir, sin “memoria” del estado, donde cada interacción con la aplicación se considera independiente del resto. El ejemplo clásico de aplicación stateless es un servidor web. Así que no es de extrañar que la aplicación que siempre aparece en todo tutorial que se precie de Docker/Kubernetes es Nginx.
En el mundo real, sin embargo, la mayoría de aplicaciones requieren algún tipo de persistencia, incluso las webs más sencillas (así surgieron las cookies). Pero por el momento, Kubernetes y el almacenamiento son dos conceptos que no combinan demasiado bien, aunque funcionan perfectamente por separado.